Durante muchos años, el mexicano Miguel Gallardo tuvo dificultades para conciliar el sueño los viernes por la noche. Cuando su equipo jugaba al día siguiente, una mezcla de emoción, nervios y responsabilidad le mantenían alerta. Este portero era el tipo de jugador que a todo hincha le gusta tener en su club: vivía por y para el fútbol.
Ha pasado un año y medio desde que el mexicano de 33 años dejó el balompié profesional, tras jugar en equipos en Austin, Texas, y luego haber defendido los colores del Orlando City entre el 2011 y el 2014. Sin embargo, el hecho de haberse retirado no fue sinónimo de abandonar el balompié, sino todo lo contrario.
“Lo más satisfactorio para mi es que después de que me retiré sigo involucrado con los chicos”, explica el exjugador a El Sentinel bajo una de las únicas sombras que hay en el campo de entrenamiento de Lake Mary Highschool. Mientras, decenas de niños se retiran del terreno de juego, y se hidratan tras dos horas y media de ejercicios sin balón, técnica, fútbol tenis y un partidillo final.
Los chicos y chicas forman parte del Summer Soccer Skills Sessions, un campamento de verano que Gallardo organiza desde hace un año junto a Eric Sellick, de 40 años, que es entrenador del Orlando City Youth Soccer.
Gallardo está orgulloso de sus jugadores. Habla de ellos con emoción, como si a través de los pequeños pudiese revivir sus mejores momentos sobre el terreno de juego.
“Yo desgraciadamente creciendo no tuve posibilidades para seguir puliendo mis cualidades”, explica el mexicano, quien destaca la importancia de que los jugadores sigan haciendo deporte en verano para no perder la forma. Con eso también concuerda Sellick, su compañero en esta aventura de formación del fútbol base. “Yo crecí en Orlando y siempre me apasionó el fútbol. Aquí no siempre teníamos las mejores oportunidades y quiero ayudar a cambiar eso”.
Los más de 80 niños y niñas que asisten al campamento suelen jugar en distintos clubes durante el periodo escolar y, en la época estival, en lugar de quedarse en casa viendo la televisión o jugando a los videojuegos se dan cita de lunes a jueves, por las mañanas, para mejorar sus cualidades futbolísticas.
“La mayor satisfacción para mí es ver cómo entran a su siguiente temporada con una mejoría bastante marcada. Muchos entrenadores que me han dicho que sus chicos han regresado mejor de lo que terminaron la temporada anterior”, cuenta Gallardo.
También reciben mensajes de los padres, agradeciendo la labor que realizan con sus hijos ya que “la confianza que te brinda el deporte se traslada a la escuela y a tu vida social”.
“Me gusta mucho esta academia. El fútbol es toda mi vida. Primero jugamos soccer-tennis, para hablar con tus amigos, luego vamos y entrenamos con Miguel muy fuerte”, contó el portero mexicano Michael De Marco, de 18 años. “[Miguel] Te dice muchas cosas que te ayudan porque él estaba jugando con profesionales y te dice muchas historias que te motivan”.
Aparte de mejorar la técnica y el trabajo en equipo de los jóvenes, durante los campamentos de verano también se produce una importante función integradora.
“Llegan los chicos hispanos y se tienen que integrar con los chicos americanos y se tienen que integrar con ellos y están aprendiendo el inglés porque están queriéndose entender con ellos, es algo muy lindo”, explicó el coorganizador del campamento.
Fútbol para los menos afortunados
Pero este no es el único proyecto que mantiene a Gallardo ligado al fútbol. También trabaja como programador de las Clínicas de Fútbol del Orlando City para niños de bajos recursos. Según explica el portero retirado, esta labor es muy importante para él ya que no solo se trata de enseñar fútbol a los menores, se trata de brindarles otras oportunidades que tendrán un impacto positivo en sus casas, en su desarrollo académico y social.
“Son programas de después de la escuela porque los papás están trabajando. A veces en situaciones complicadas”. Gallardo, junto a un grupo de entrenadores, van a los centros donde se organizan las clínicas y les brindan zapatillas, camisetas, equipamiento deportivo y clases de fútbol para que los chicos y chicas que no tienen acceso a otro tipo de actividades puedan disfrutar y aprender a través del balompié.
“Me da mucha satisfacción saber que con mi esfuerzo estoy haciendo un poquito más de lo que hice jugando al fútbol. Quizás le logré causar una alegría a algún aficionado de que hice una buena atajada y mi equipo ganó, pero eso no se compara con la satisfacción de ayudar a un chico en la escuela y a veces en la vida. Es encontrar un propósito y a mí se me están dando oportunidades para hacer eso”.
Además de estar involucrado en estos dos campamentos para niños y niñas, Gallardo mantiene los lazos con el fútbol profesional. Al poco de colgar los guantes, tuvo la oportunidad de regresar al que fuera su club, el Orlando City SC. Esta vez como comentarista y analista.
“Trasmito los partidos del Orlando City en vivo, en inglés. Me da mucha alegría saber que me toman en cuenta en el mercado angloamericano que también es un mercado para el hispano, que en Estados Unidos habla inglés”.
El sacrificio de los profesionales
Tras la reciente Copa del Mundo de Fútbol en Rusia, que se saldó con la victoria de Francia, el fútbol está más de moda que nunca. La emergente liga de Estados Unidos, Mayor League of Soccer, y la repercusión mediática mundial de figuras como el portugués Cristiano Ronaldo, el argentino Lionel Messi o el francés Antoine Griezmann hacen que muchos jóvenes sueñen con defender la camiseta un gran club algún día.
“Todos los jugadores quieren ser profesionales cuando son chiquitos, pero a ver si puedo”, confirmó entre risas De Marco.
El mundo del fútbol profesional es uno que conoce muy bien Gallardo.
“Significa sacrificar cosas. No es lo que la gente ve. A veces un jugador puede ganar mucho dinero, pero no tiene tiempo para gastarlo. No tiene tiempo para estar con su familia, quizás juegue lejos de su país… es una decisión que debe tomar a una temprana edad”, relata Gallardo mientras reflexiona sobre su propia experiencia y su retiro. Por lo general, hay muchos porteros que juegan a un gran nivel incluso después de los 36 años.
“Yo gracias a Dios en el Orlando City jugué cuatro años y siento que hice cosas importantes y les tengo mucho cariño por la gente de Orlando. Me han dado el reconocimiento de saber que fui uno de los pilares que formó lo que es ahora Orlando City”, contó Gallardo.
En un momento de su carrera, el portero tuvo ofertas para ir a jugar a otros equipos de la MLS, e incluso de España, pero decidió quedarse en Florida Central porque estaba su familia.
“A veces siento un poquito de… de curiosidad de qué hubiera pasado si hubiera tomado la decisión de ir a México, de ir a España, hubo un acercamiento de un equipo en España, el Elche”, pero al final una discrepancia de fechas y una lesión de los meniscos hizo que se disipase la opción de probar suerte en Europa.
Gallardo recuerda que cuando jugaba para el Orlando City, en los eventos había menos hinchas. “Estoy muy contento con lo que hice en mi carrera. Jugué contra equipos de Inglaterra, contra equipos mexicanos de primera división… estoy muy agradecido con todo lo que me dio el fútbol”.
Aunque asegura que ninguna “atajada” que hizo marcó su carrera sí hubo muchos momentos, incluso logró dejar la portería a cero contra Sao Paulo. Algo que también logró contra Kansas F.C., un partido en el que hizo grandes intervenciones y el equipo pudo avanzar en la Open Cup.
A veces, navegando por Internet, Gallardo rememora sus mejores momentos en activo cuando se encuentra con algún vídeo suyo en YouTube, con las jugadas más destacadas o alguno de los chicos del campamento le pregunta por su pasado.
“A veces los chicos de 10 años me dicen ‘coach, vi un vídeo tuyo’ y nos sentamos y lo vemos, es muy lindo”, afirma con cierta nostalgia.
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