Los países del Caribe tienden a tener dificultades en lo que concierne extremos climáticos como los huracanes.
Debido a su geografía, suelen ser más susceptibles a los desastres y los eventos climáticos extremos, tienen acceso limitado al agua dulce y a terrenos para la agricultura, y cuentan con escasas opciones de desarrollo y oportunidades de comercio internacional.
La crisis climática conlleva el riesgo de exacerbar esta precaria situación. En agosto pasado, el paso destructor del huracán Dorian a través de Las Bahamas dejó daños por alrededor de US$ 3.4 mil millones.
Las islas del Caribe conocen muy bien estos desafíos y están avanzando con soluciones innovadoras. El creciente interés en torno a la economía azul es solo una de estas.
Por ejemplo, la Plataforma de Islas Sostenibles (SIsP, por sus siglas en inglés) está explorando las mejores formas de apoyar a los territorios insulares en su búsqueda de sostenibilidad y prosperidad.
Desarrollada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la plataforma cuenta con tres pilares fundacionales que están estrechamente relacionados: resiliencia climática, economía circular y economía azul —esta última es un modelo que puede apoyar significativamente el crecimiento económico en la región.
Si bien existen diferentes interpretaciones del término “economía azul”, su base es la idea del uso sostenible de los océanos.
Más específicamente, y en el contexto de la SIsP, la economía azul analiza la forma en que los océanos son un motor de bienestar y prosperidad. En resumen, el crecimiento está en el corazón de la economía azul.
Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que los océanos también regulan nuestro clima; nos proporcionan identidad alimentaria, social y cultural; y nos dan la mitad del oxígeno que respiramos, existe una responsabilidad colectiva de apoyar la salud de los océanos.
Las islas del Caribe dependen de manera especial de océanos saludables y de los innumerables servicios naturales que ofrece el mar circundante.
Un informe de 2012 del Banco Mundial estimó que los ingresos brutos del uso del océano en la región ascendieron a al menos US$ 407 mil millones, principalmente a través del transporte marítimo, los recursos minerales, el turismo y la pesca.
Teniendo en cuenta que han habido usos y prácticas históricamente insostenibles dentro de estas áreas, se debe encontrar un sistema más sostenible para los 40 millones de residentes en el Caribe, en su mayoría habitantes de las costas, cuando se piensa en el crecimiento económico presente y futuro.
El inevitable aumento de la población, el turismo y la migración en la región conducirán a una mayor presión de desarrollo en los entornos marinos. Esto, combinado con los impactos climáticos (aumento del nivel del mar, aumento de la acidez, clima extremo), hace que el futuro sea muy difícil.
La ONU hace referencia a 23 naciones del Caribe como pequeños Estados insulares en desarrollo, un grupo de países costeros de baja elevación que “comparten desafíos similares de desarrollo sostenible”.
Por tanto, un redireccionamiento hacia un modelo de economía azul ofrecerá resultados sostenibles, al tiempo que mantiene el foco en el crecimiento económico y los medios de subsistencia.
(Imagen: Blue Economy Conference)
Quizás la forma más notable en que las islas del Caribe harán una transición exitosa a una economía marítima azul es a través de la comprensión de los valiosos recursos y servicios existentes dentro de su espacio oceánico circundante.
Por supuesto, son los residentes locales quienes deben sentir que es necesario hacer una transición sostenible hacia un futuro basado en la economía azul y, por lo tanto, la inclusión social y la igualdad son primordiales. Liberar el potencial que el océano proporciona a la región a través de la educación es vital y un elemento importante de la SIsP.
La plataforma también tiene como objetivo construir una comunidad en línea de innovadores y líderes comprometidos con la búsqueda del desarrollo sostenible del océano. Esto dará a conocer nuevos caminos y movilizará al sector privado para comprometerse con las nuevas tecnologías y modelos de negocio.
El BID también está estableciendo opciones financieras para proporcionar los recursos necesarios para que los territorios insulares implementen programas e iniciativas que podrían requerir altas inversiones iniciales.
Con una vía de desarrollo integrada e innovadora, enfocada en la formulación de políticas informadas, en inversiones alternativas y en la cooperación internacional, el Caribe tiene un potencial increíble.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un “esquema” hacia el cual todos los países deben trabajar. Alinearse con el ODS 14 (vida bajo el agua), que tiene como objetivo “conservar y utilizar de manera sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”, es lo que el Caribe debe hacer ahora en un modelo de economía azul.
Es hora de un cambio de paradigma; pasar de pensar en la región como pequeñas economías terrestres a pensar en ella como grandes y poderosas economías basadas en el océano.
Photo Copyright: Gerard Alleng
Publicado originalmente en Climate Home.
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