¿Por qué Las Células?

Liderazgo Pastoral

Por Joel Comiskey

2014

Tomado del capítulo 2 de Haciendo Discípulos en la Iglesia del Siglo Veintiuno

En mi preparación para escribir este libro, exploré todos los libros que pude encontrar sobre el discipulado. Yo esperaba que los autores destacaran el llamado de Cristo de hacer discípulos en un grupo pequeño, así como el compromiso de la iglesia primitiva para seguir ese patrón a través del ministerio de casa en casa. Sin embargo, me quedé sorprendido con la cantidad de libros que obviaron el llamado de Cristo a discipular en un grupo. La mayoría de libros, de hecho, hacían hincapié en el crecimiento personal y en la variedad de discipulados personalizados (uno por uno) que se encuentran en las culturas occidentales individualistas, como la de Norteamérica.

El patrón típico que se encuentra en la mayor parte de estos libros de discipulado es comenzar a hablar de Jesús y de la necesidad del discipulado. Los escritores a continuación, definen la palabra discípulo, explican la importancia del discipulado, y dilucidan las diferencias entre el discipulado en el tiempo de Cristo y el de la iglesia después de la resurrección.

A continuación, (en este tipo de libro) el libro hablará sobre los actuales métodos de discipulado, como la espiritualidad personal y el discipulado personalizado. El autor posteriormente también hablará sobre la necesidad de practicar las disciplinas espirituales, como tener un tiempo devocional, el ayuno, la oración, la lectura de la Biblia, y otras disciplinas de la vida cristiana. Más adelante en este libro, el autor también podría tener un capítulo acerca de la necesidad de pertenecer a una iglesia local como un factor importante del discipulado.

Sin embargo, el camino principal del discipulado que muestran estos libros es a través del crecimiento personal entre Dios y el discípulo potencial y entrar en una relación de discipulado personalizado con un cristiano maduro. Frecuentemente, los ministerios que enfatizan en el discipulado personalizado, como Navigators, Campus Crusade o InterVarsity, se destacan como ejemplos de cómo hacer esto.

Siempre he creído firmemente en las disciplinas espirituales y he sido discipulado de una manera personalizada en varias ocasiones. No estoy en desacuerdo con lo que estos autores escriben. Mi única preocupación es saber si esto es lo que Jesús tenía en mente.

Lo que me sorprende es la falta de material sobre el tema del discipulado en un grupo. Los libros sobre el discipulado no hacen la conexión entre cómo Jesús y la Iglesia primitiva hicieron discípulos, con la forma cómo deberíamos estar discipulando hoy. La mayoría de los autores fallan al no explicar el contexto del discipulado en grupo en el Nuevo Testamento, y hacen que parezca que la variedad de discipulados personalizados es el camino bíblico para hacer discípulos. Ignorar esto y solo realizar devocionales personales y discipulados personalizados es como saltar de los tiempos bíblicos hasta la cultura occidental.

¿Por qué hay tantos autores que hacen esto? Porque la mayoría de libros sobre el discipulado son escritos por autores que vienen de culturas individualistas, donde se supone que el individuo tiene prioridad sobre el grupo. Sin embargo, esto no es cierto de acuerdo a la historia de la Iglesia o incluso para la mayoría de las culturas actuales.

El Discipulado de acuerdo a Jesús

La Escritura dice: “Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:16-20).

Note que Jesús está hablando con el grupo de discípulos en estos versículos. Estos son los mismos discípulos (aparte de Judas) a quienes Jesús moldeó y formó por un período de tres años. Él les había enseñado importantes lecciones de vida, ya que vivían juntos. Gran parte del desarrollo crucial del carácter se dio mientras trabajaban a través de los conflictos y vencían las dificultades que se presentaban entre ellos. Jesús había llamado a estos discípulos a unirse a una nueva comunidad y a convertirse en parte de una nueva familia espiritual.[i] Aprendieron a relacionarse unos con otros en medio del crisol del conflicto. Jesús estaba pendiente del orgullo de ellos, y los animaba a caminar en humildad. Después de tres años, estaban listos para iniciar el proceso una vez más con su propio grupo pequeño. Ellos entendieron que seguir a Jesús significaba la confesión pública y un compromiso de grupo.

Los discípulos, sin duda tenían una relación personal con Dios, pero esa relación personal necesitaba ser moldeada y formada en un ambiente comunitario donde “los unos a los otros” de la Escritura fueran priorizados (se hablará más sobre los unos-a los-otros en el siguiente capítulo). Jesús dijo a sus discípulos: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”. (Juan 13:34-35)

Jesús usó la casa para reunir a su iglesia, la nueva familia de Dios. A veces me imagino a Jesús durmiendo alrededor de fogatas, como las imágenes de vaqueros en el salvaje Oeste. Sin embargo, Jesús ministró en un entorno doméstico. Al leer acerca de Jesús que iba de pueblo en pueblo sanando a los enfermos, en realidad estaba ministrando en los hogares. A continuación se ofrece un vistazo del Ministerio de Cristo en los hogares:

  • Jesús en la casa de Pedro (Mateo 8:14)
  • Jesús en la casa de Mateo (Mateo 9:10)
  • Jesús en la casa de Zaqueo (Lucas 19:1-10)
  • Jesús en la casa de Lázaro y sus hermanas (Lucas 10:38-42)
  • Jesús en la casa de Jairo (Marcos 5:35-38)
  • Jesús sanando a dos ciegos en una casa (Mateo 9:28-30)
  • Jesús en la casa de Simón el leproso (Mateo 26:6)
  • Jesús enseñando a sus discípulos en una casa (Marcos 7:17-18; 9:33; 10:10)
  • Jesús perdonando y sanando a un paralítico en una casa (Lucas 5:19)
  • Jesús en la casa de un Fariseo (Lucas 14:1)
  • Jesús instituyendo la Cena del Señor en una casa (Mateo 26:18)
  • Jesús envió a sus doce y a sus setenta discípulos a sanar y a enseñar de pueblo en pueblo y de casa en casa (Lucas 9:1-9; 10:1-11)

Jesús se infiltró en las casas y en las familias de su tiempo para promover esta nueva familia de fe. Después envió a sus discípulos de dos en dos para servir en las casas (Lucas 9 y 10). Después de la resurrección de Cristo, la iglesia primitiva se reunía en las casas para continuar con esta mentalidad familiar. A través del ministerio de casa-en-casa, pusieron al mundo de cabeza, de adentro hacia afuera.

¿Qué nos dice la Gran Comisión? Nos dice que Dios desea transformar a las personas de ser individualistas solitarios a jugadores de equipo. David Watson, evangelista anglicano y escritor, escribe:

Igualmente llama la atención que Jesús llamara a los individuos, no para permanecer en aislamiento, sino para unirse a la nueva comunidad del pueblo de Dios. Él llamó a los Doce para compartir sus vidas con él y los unos con los otros. Tenían que vivir cada día en una comunión rica y diversa, perdiendo su independencia, aprendiendo interdependencia, obteniendo los unos de los otros nuevas riquezas y fuerza.[ii]

Relacionarse con otras personas y aprender a dar y a recibir es importante para Dios. Sí, él desea que cada persona tenga una relación individual con él, pero esto es sólo parte de la ecuación. Sin embargo, de acuerdo con la mayoría de los libros sobre el discipulado, el discipulado personalizado y una relación personal con Dios son la esencia del discipulado. Las Escrituras nos dicen otra historia sobre el discipulado.

El Contexto Bíblico

Cuando hablamos de la inspiración de la Biblia, nos estamos refiriendo al momento en que los escritores escribían sus palabras. En ese momento, estaban escribiendo las palabras de Dios. Todo lo que sigue después de eso es la aplicación de lo que escribieron. Por esta razón, es esencial saber a quienes les estaban escribiendo, el contexto y la cultura en la que estaban escribiendo, y la historia general de la época. Después, será posible interpretar correctamente el pasaje y aplicarlo con precisión.

Sin embargo, muchas personas se saltan este punto. Para empezar, van directo a la aplicación de las Escrituras sin tener la correcta interpretación. Para entender a los escritores del Nuevo Testamento, tenemos que entender el contexto.

El contexto del Nuevo Testamento era un ambiente de grupo. Los que estuvieron en los tiempos del Nuevo Testamento formaron parte de una cultura colectiva que priorizó al grupo más que al individuo. El Dr. Joseph Hellerman, Catedrático del Seminario Teológico Talbot, escribe: “Esta fuerte perspectiva de grupo se ve a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento. Ha sido el plan de Dios desde el principio”. [iii] Jesús y los escritores del Nuevo Testamento esperaban que la gente fuera parte de un grupo. La cultura de la que los autores de las Escrituras escribieron se busca asemejarla a las culturas actuales, como la cultura Africana. Norman Kraus, misionero Menonita y autor, al escribir sobre el contexto bíblico, dice lo siguiente:

El trasfondo cultural contra el que se debe interpretar más de cerca se asemeja a algunas culturas tribales africanas contemporáneas, más que al individualismo estadounidense. En estas sociedades, el individuo es visto como una determinada personificación de la familia orgánica, atado literalmente a los antepasados ​​como la continuación de su fuerza vital. El individuo adquiere identidad propia mediante la asimilación de la identidad del clan.[iv]

Los escritores del Nuevo Testamento no habrían entendido el individualismo moderno. Para ellos, el individuo era siempre parte de un mundo social más amplio y este mundo social era el principal. En contraste, la Biblia se basa en la creencia de que los seres humanos en todos los niveles están unidos en comunidades de varios tipos. Un investigador de la Iglesia, John Ellas escribe:

La comunidad cristiana primitiva se encuentra en fuerte contraste con las condiciones del tiempo actual donde los miembros de la iglesia tienen relaciones interpersonales muy limitadas. El ministerio que trabaja el área de ‘los unos a los otros’ requiere la interacción espiritual cara- a- cara que falta en la mayoría de los miembros de las iglesias de hoy. En la comunidad bíblica, los miembros aman, sirven, oran y llevan los unos las cargas de los otros (Gálatas 6:22).[v]

Rodney Clapp, autor de un libro sobre el discipulado y la cultura popular, escribe: “Desde una perspectiva histórica, es nuestro individualizado, aislado e independiente ser, el que es extremadamente raro”. [vi]

Dios escogió el contexto de grupos pequeños para desarrollar a seguidores de Jesucristo completamente devotos, y hace lo mismo hoy en día. Este es el contexto que Dios eligió para construir su iglesia. ¿Por qué? Porque este es el contexto en el que podemos llegar a ser seguidores de Jesucristo completamente devotos.

Discipulado de Grupo y Cultura

Cada cultura contiene elementos buenos y malos, y todos los aspectos de las culturas necesitan ser juzgados sobre si se alinean o no con las Escrituras. Debemos someternos a la Biblia y permitirle criticar la cultura. Ninguna cultura es perfecta, pero la palabra de Dios lo es. La cultura debe ser conforme a la palabra de Dios y no al revés. Dios desea cambiarnos para que seamos conforme con su palabra, y debemos recordar que la Biblia, no la cultura, tiene que dictar todo lo que hacemos y pensamos

Culturas como la de Norteamérica, Australia y Europa son más individualistas por naturaleza. Hay muchas grandiosas características de estas culturas occidentales, como el respeto a la ley, el trabajo duro, la creatividad, la diligencia y el logro individual. Si bien hay muchas cualidades ejemplares, el actual individualismo en gran parte nos ha conducido por el camino peligroso del aislacionismo, el anonimato y la soledad.

La cultura del individualismo se siente incomoda con los mandamientos bíblicos de servirse unos a otros, someterse a los demás, renunciar a derechos por el bien del grupo, y humillarse a sí mismo ante los demás. Sin embargo, estas características bíblicas son absolutamente esenciales y fundamentales en las Escrituras. [vii] El mandato de Cristo a sus discípulos es claro: ámense los unos a los otros. El Dios trino es un testimonio eterno de la unidad de Dios. La Iglesia primitiva fue un movimiento cercano, de cara- a- cara, reuniéndose en los hogares y multiplicando la vida de Dios a través de la comunidad.

El contexto orientado al grupo del Nuevo Testamento y las muchas exhortaciones a seguir la filosofía de los unos-a los- otros, y a caminar en unidad indican que Dios quiere formar a los discípulos en un contexto de grupo. Que una cultura haga esto bien no es el punto principal. Lo que es esencial es la disposición que tengamos de ser moldeados y conformados a lo que Dios dice que es importante.

Las culturas occidentales individualistas no pueden justificar bíblicamente que Jesús se haya centrado en un discipulado personalizado, cuando él demostró claramente qué tipo de discipulado estaba fomentando. Debemos ser fieles a la Escritura y fomentar primero la forma de discipulado que se encuentra en las páginas de las Escrituras, y luego aplicar otros aspectos del discipulado a nuestra propia cultura, sin tratar de leer en las Escrituras lo que no está allí plasmado. La Escritura, no la cultura, determina la motivación para trabajar en el ministerio celular

Como se mencionó anteriormente, la principal razón por la que la iglesia ha perdido de vista este tema de la comunidad en el mundo occidental se debe a que muy a menudo los creyentes leen la Biblia a través de la lente del individualismo. La realidad es que las personas que viven en una cultura colectivista entienden el discipulado de grupo mucho mejor porque de manera innata ya priorizan las relaciones. Ellos, también, se sienten mucho más cómodos en un ambiente de grupo y toman menos tiempo para adaptarse.

He sido misionero por muchos años en una cultura orientada al grupo y hago la mayoría de mis actuales seminarios celulares en culturas orientadas al grupo. He descubierto que estas culturas se sienten más cómodas de manera natural en un ambiente de grupo porque son naturalmente orientadas a la comunidad. Un aspecto muy positivo de las culturas orientadas al grupo es la propensión hacia la comunidad. Nuestro ministerio de grupos pequeños en el Ecuador, por ejemplo, creció rápidamente en medio de una cultura mucho más orientada al grupo. La gente en la iglesia estaba muy emocionada de participar en los grupos, ya que generalmente les gustaba estar con otras personas y lo consideraban como una prioridad. No fue difícil reunir a la gente en el ambiente relajado del hogar, ya que este era su deseo interno.

La realidad es que el Dios de la comunidad ha bendecido a la mayoría de las culturas de todo el mundo con una orientación de grupo. El teólogo Bruce J. Malina escribe: “Un 80 por ciento de las personas en nuestro planeta son colectivistas. . . El hecho significativo para aquellos individualistas que leen la Biblia es que los escritores bíblicos y las personas a las que describen también eran colectivistas, incluyendo a Jesús”. [viii] Malina continúa diciendo, “las culturas individualistas son un fenómeno relativamente reciente”. [ix]No existían antes del siglo XVI o XVII, de acuerdo con Malina.

El individualismo no es la norma, especialmente aquellos aspectos que tienden a aislar a las personas de los demás y a separarlos de la comunidad. Me doy cuenta que el establecimiento del ministerio de grupos pequeños es más difícil en la cultura individualista debido a la tendencia de separarse en lugar de dar prioridad a las relaciones. Sin embargo, ya sean individualistas u orientados al grupo, las Escrituras siguen siendo verdad, y nos exhortan a hacer discípulos en un grupo.

También he investigado y practicado el ministerio celular en los Estados Unidos y en otros países occidentales. Me he dado cuenta que las personas no se conectan de forma natural en los grupos pequeños. El tiempo para que la comunidad se desarrolle es más largo. La multiplicación también es más tardada debido a que el grupo necesita tiempo para convertirse en una comunidad, en la familia de Dios. Las culturas occidentales tienen que trabajar con el tema de la comunidad y a la mayoría les resulta más difícil considerarla una parte regular de un grupo celular. De hecho, he escuchado a muchos líderes occidentales decir, “los grupos pequeños no son lo mío”, o “pueden serlo para otros—del tipo sentimental, pero no para mí. Yo soy diferente. Me siento incómodo en un grupo”. Me río cuando oigo esto porque ahora creo que la mayoría de los occidentales se sienten incómodos en un grupo. Pero, ¿podemos utilizar esta línea cultural de razonamiento para evitar el involucramiento en grupos pequeños? El discipulado bíblico, más bien, requiere de nosotros que nos adentremos en un grupo pequeño y que le permitamos a Dios que nos moldee en el proceso.

La realidad es que los grupos celulares podrían no funcionar bien. Las relaciones son algo complicadas. La gente es disfuncional. Somos egoístas y queremos seguir nuestro propio camino. Algunos en el grupo tienden a hablar demasiado y a no escuchar lo suficiente. Otros se esconden y no se expresan. Sin embargo, todas las culturas, independientemente que estén orientadas al grupo o que sean individualistas, necesitan un discipulado de comunidad. Dios ha elegido este método para hacernos más como Jesús.

La Expresión Individual en un Grupo

Concentrarse en la comunidad no debe restarle valor al individuo, sino por el contrario debe realzarlo. Las personas que están siendo moldeadas dentro de una pequeña comunidad de creyentes continúan creciendo en una relación personal con Dios.

La Trinidad es nuestro ejemplo. Existe perfecta unidad en la Trinidad, pero cada persona de la Divinidad es única. La Biblia subraya dos verdades complementarias e igualmente importantes en esta área. Por un lado, hace énfasis en el valor intrínseco de la persona, como hecha a la imagen de Dios. Por otro lado, la Biblia pone gran énfasis en la importancia de la comunidad.[x]

También tenemos que distinguir entre la individualidad y el individualismo. La individualidad hace referencia a un individuo como una persona responsable dentro de la comunidad, mientras que el individualismo exalta la independencia de los individuos y sus derechos privados. La individualidad puede ser buena, mientras que el individualismo engendra alienación y orgullo. Kraus dice, “El pecado de la humanidad no es la afirmación de la individualidad en la comunidad, sino la afirmación de la autonomía e independencia que tiene el individuo de Dios y del prójimo”.[xi]

La alternativa bíblica es que el individuo esté en comunidad. Se trata de tener una relación con Dios, y después estar en comunidad con el cuerpo de Cristo. Cada miembro del grupo depende del otro y está involucrado uno con el otro. Esta interacción potencia la personalidad individual y proporciona identidad personal.[xii]

Dios nos permite que seamos todo lo que se supone que debemos ser en comunidad. Nos hacemos fuertes como individuos mientras nos relacionamos con otros en el grupo. Todos los discípulos de Cristo tenían personalidades fuertes, pero ellos aprendieron a través del conflicto a someterse unos a otros. Ese es el objetivo de ser moldeado a través del proceso de la comunidad.

Conocer y experimentar a Dios es algo que está profundamente condicionado por la comunidad. Nuestra relación continua con él se sustenta y se nutre en la comunidad. Nuestras convicciones son expresadas, el cuidado hacía los demás se lleva a cabo, así como el perdonar y recibir perdón. David Gill, autor y catedrático de ética cristiana, escribe:

Debemos tener comunidad para apoyar y corregir nuestro discipulado en el mundo. Esto parece tan obvio, pero nuestra práctica frecuentemente es tan individualista. El discipulado cristiano no es para Llaneros Solitarios (aunque para ser justos, incluso el hombre enmascarado tenía a Toro como su compañero). Tenemos que resistir al individualismo de nuestra cultura y cultivar relaciones profundas y sólidas con los demás. Los desafíos que enfrentamos son formidables; sin comunidad se convierten en algo imposible.[xiii]

En un grupo pequeño saludable no sólo se mantiene nuestra individualidad, pero nos damos cuenta que somos valiosos individuos con un papel que jugar asignado por Dios. El discipulado en un grupo incluye las relaciones interdependientes y recíprocas, cuyo objetivo es el realce de la calidad personal del propio grupo. Lo que las personas tienen en común es tenerse el uno al otro y el realce mutuo de cada persona, mientras viven sus vidas juntos. [xiv] El discipulado de grupo no es un despojarme de mis propios derechos, aspiraciones o metas. Más bien, es el desarrollo de esos atributos personales en el ambiente de grupo.

Nos convertimos en discípulos a medida que aprendemos a amarnos unos a otros y a permitir que otros nos hagan responsables de nuestros actos. Este fue el tipo de discipulado que Jesús tenía en mente cuando mandó a sus discípulos a seguir su propia estrategia para hacer discípulos en el ambiente de grupo.

NOTAS


[i] Kevin Giles, What on Earth Is the Church? An Exploration in New Testament Theology (¿Qué Rayos es la Iglesia? Una Exploración en la Teología del Nuevo Testamento) ((Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1995), p. 20.

[ii] David Watson, Called and Committed (Llamado y Comprometido) (Wheaton, IL: Editorial Harold Shaw, 1982), p. 17.

[iii] Joseph Hellerman, When the Church Was a Family (Cuando la Iglesia era una Familia) (Nashville, TN: B&H Académico, 2009), p. 125.

[iv] C. Norman Kraus, The Community of the Spirit (La Comunidad del Espíritu) (Waterloo, OH: Prensa Herald, 1993), p. 33.

[v] John W. Ellas, Small Groups & Established Churches: Challenge and Hope for the Future (Pequeños Grupos e Iglesias Establecidas: Desafío y Esperanza en el Futuro) (Houston, TX: Center for Church Growth [Centro para el Crecimiento de la Iglesia]), p.41.

[vi] Rodney Clapp, A Peculiar People (Una Gente Peculiar) (Downers Grove, IL: Prensa InterVarsity, 1996), p. 90.

[vii] Hay algunos aspectos del individualismo que son muy bíblicos: la diligencia, la creatividad, y el imperio de la ley, son algunos. Sin embargo, el individualismo que insta a una persona a separarse de los demás—incluyendo de su propia familia—no tienen como origen la Trinidad ni los muchos ejemplos bíblicos y debe ser objeto de crítica e incluso evitarse. Algunas culturas naturalmente practican algunas formas de soborno. Los negocios se basan en las personas a quienes conoces y en los favores que muestras hacia esas personas. Esas culturas creen que el imperio de la ley es demasiado impersonal y prefieren un enfoque relacional a través del soborno. La Escritura critica el soborno y lo llama malo, por lo que este aspecto de la cultura debe ser corregido basado en la palabra de Dios.

[viii] Bruce J. Malina, “Collectivism in Mediterranean Culture”, (“El Colectivismo en la Cultura Mediterranea) en Understanding the Social World of the New Testament (Comprendiendo el Mundo Social del Nuevo Testamento), Dietmar Neufeld y Richard E. DeMaris, eds. (Milton Park, Abingdon, Oxon; New York, NY : Routledge, 2010), p. 18.

[ix] Bruce J. Malina, “Collectivism in Mediterranean Culture”, (“El Colectivismo en la Cultura Mediterranea) en Understanding the Social World of the New Testament (Comprendiendo el Mundo Social del Nuevo Testamento), Dietmar Neufeld y Richard E. DeMaris, eds. (Milton Park, Abingdon, Oxon; New York, NY : Routledge, 2010), p. 19.

[x] Eddie Gibbs, In Name Only (Sólo en Nombre) (Wheaton, IL: Libros Bridgepoint, 1994), p. 183.

[xi] C. Norman Kraus, The Community of the Spirit (La Comunidad del Espíritu) (Waterloo, OH: Prensa Herald, 1993), p. 43.

[xii] C. Norman Kraus, The Authentic Witness (El Verdadero Testigo) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1979), p. 121.

[xiii] Como lo cita Michael J. Wilkins, en Following the Master (Siguiendo al Maestro) (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1992), p. 244.

[xiv] C. Norman Kraus, The Authentic Witness (El Verdadero Testigo) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1979), p. 121.