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Editorial

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100ª edición del Campeonato de la PGA

Fernando de Buen

El presente artículo está inspirado en uno que escribí hace una década y media, en los albores de nuestro Par 7, pasión por el golf, edición impresa. Confieso que me encanta escribir de historia y los torneos de grand slam siempre son una buena excusa para darle rienda suelta a la investigación y, de ser posible, a la imaginación. Desafortunadamente, aunque algunos hechos redescubren a la historia, en el caso del golf y los torneos que más prosapia le han dado, sus páginas parecen cinceladas en piedra y no es tan antigua como para esperar que algún hecho las altere.

Permítanme pues, este conato de autofusilamiento literario, en celebración de la edición del cuarto grande del año, el PGA Championship, que a partir de este jueves se celebrará en el Bellerive Country Club, en Missouri.

Va:
Albores del siglo XX. Las inquietudes alrededor del profesionalismo en el golf de los Estados Unidos habían crecido exponencialmente. La afición al nuevo deporte proveniente de las islas británicas trascendía y comenzaba a convertirse en un espectáculo para el público en general.

Fue así como el 17 de enero de 1916, un grupo de 35 profesionales, animados por el inmortal Walter Hagen, se sumaban a la idea del magnate de tiendas departamentales, Rodman Wanamaker y —bajo el auspicio de este— iniciaban los preparativos para la fundación de la primera asociación profesional de golf de aquel país, la Professional Golfers Association of America, mejor conocida como la PGA of America, que después pasó a ser simplemente la PGA (aquí valdría la pena recomendarle a nuestros colegas comunicadores que no confundan PGA con PGA Tour, ya que son asociaciones diferentes).

El proyecto se consolidó el 10 de abril en la ciudad de Nueva York y más tarde, del 10 al 14 de octubre, se celebró el primer Campeonato de la PGA, cuyos premios —tanto la enorme copa de plata, como los 2580 dólares de la bolsa, fueron aportados por Wanamaker. Aquel torneo fue ganado por el inglés Jim Barnes, en el campo de Siwanoy Country Club, en Bronxville, NY. En ese entonces, el sistema era de juego por hoyos.

La guerra interrumpió la continuidad del proyecto por los dos siguientes años, pero en 1919, Barnes volvió a triunfar. En los veinte, el nombre de Walter Hagen se inscribió en cinco ocasiones en la copa y el de Gene Sarazen en otras tres, siendo la última en 1933. Denny Shute, por su parte, ganó en el 36 y 37. En un periodo de seis torneos, partiendo de 1939, Byron Nelson alcanzó las finales en cinco ocasiones y ganó dos de ellas, en 40 y 45. Cabe aclarar que en 1943 se decretó una nueva cancelación por la Segunda Guerra Mundial. En los años posteriores a la conflagración, los nombres de Sam Snead y Ben Hogan fueron grabados en el argentado metal.

Fue hasta 1958 cuando el sistema cambió a juego por golpes. Entre 1963 y 1980, un joven rubio de Ohio, dominó la escena golfística del mundo, obteniendo entre muchos otros, cinco Campeonatos de la PGA —el último de ellos en Oak Hill— empatando el récord de Hagen: Jack Nicklaus. Junto con él, hasta el final de los ochenta, también los nombres de Gary Player, Lee Treviño y Raymond Floyd, Dave Stockton y Larry Nelson, inscribieron también su nombre en más de una ocasión. Capítulo aparte merece el triunfo de Bob Tway sobre Greg Norman, en Inverness, en 1986, cuando embocó desde el búnker de green en el hoyo final para ganar el torneo.

Llegaron los noventa y comenzaron las sorpresas. En 1991, el noveno suplente del torneo, un novato de nombre John Daly, llegó a última hora a Crooked Stick, en Indianápolis, tras manejar por seis horas y media. La renuncia de Nick Price le dio la oportunidad de jugar y sin ronda de práctica, inició el torneo. El resto es historia. Con un promedio de 303 yardas con el drive —una barbaridad en aquella época— y un fino juego sobre el green, Daly ganó el evento y dio inicio a su propia leyenda. En el 99, Tiger Woods venció por un golpe a Sergio García, en una de las más memorables finales que se recuerden. Al año siguiente, Woods refrendaría su título venciendo en muerte súbita a un asombroso Bob May. 2001 fue el año de David Toms, quien arrebató a Phil Mickelson la oportunidad de su primer major. La última edición nos permitió ser testigos de una actuación soberbia de Rich Beem, venciendo a Tiger Woods en la ronda final.

De la fecha en la que escribí originalmente este artículo a la actualidad, sobresalen los triunfos de Tiger Woods en 2006 y 2007 (ya había ganado en 1999 y 2000), el de Phil Mickelson en 2005, el de Rory McIlroy en 2012, superando por ocho golpes al segundo lugar, David Lynn y rompiendo la marca histórica de Jack Nicklaus en 1980, cuando venció por siete golpes a Andy Bean para obtener su quinto triunfo en este torneo. Rory volvió a ganar en 2014 y, el actual campeón de este torneo es Justin Thomas, quien intentará defender su título.

Aunque cinco nombres —Walter Hagen (5), Jack Nicklaus (5), Tiger Woods (4), Gene Sarazen (3) y Sam Snead (3), han sido grabados en 20 ocasiones en el trofeo Wanamaker, cualquiera que gane el cuarto grande del año tendrá un boleto en automático a la inmortalidad.

Varios nombres aparecen como favoritos de los apostadores, destacando Dustin Johnson —número 1 del mundo— con momios de 9 a 1; le siguen Justin Thomas y Rory McIlroy con 12 a 1; a ellos les sigue un grupo incluye a Tiger Woods, Jon Rahm, Tommy Fleetwood y Francesco Molinari, que pagan 25 a 1.

¿A quién le vas?

fdebuen@par7.mx